sabías que el sueño de california

Sabía que el sueño de California  ,el sueño americano,se  habia escapado, se había diluido y hundido entre las pobres alcantarillas, de las tristes y oscuras malolientes calles,
No tenía esperanza, ni un futuro que imaginar,
Los días en Burbank eran como todas las noches de ese mes de julio, calurosas, y yo,,de un lado a otro, recorriendo las calles,los barrios,suplicando un trabajo.
Todo lo que me quedaba en los bolsillos era, un paquete de tabaco, una semiautomática y cincuenta dolares , los cuales decidí ,de manera alocada y repentina , producto de la desesperación,gastarlos, para alimento de mi tristeza y mi desilusión, hasta ya ,quedarme sin nada,libre de ropajes, desamparado,igual que un recién nacido.
El Rock Sand, estaba abierto las veinticuatro horas, a las afueras de Burbank. Ahí conocía a Arnaldo Marrero, un puertorriqueño que trabajaba detrás de la barra.
Andando, recorrí los tres kilómetros, que separaban las afueras de Burbank y el local,tras media hora, con la frente bañada en sudor ,abrí la puerta del garito.
No hubo siquiera un golpe frío de aire.Estaba a media luz,casi oscuro,a la derecha, había una amplia barra de madera color oscuro con taburetes del mismo color y delante de la barra,unas ocho o nueve mesitas más,con sillas.
Me senté en uno de esos taburetes frente la barra, con los brazos apoyados en ella. Al instante mi mano derecha pasaba por mi frente, quitando las gotas de sudor adheridas.
Encendí un cigarro y con el dedo índice acerqué uno de los ceniceros que habían matemáticamente dispuestos a lo largo de la barra.
Estaba convencido a gastar los cincuenta dolares y ya ,al día siguiente, dios proveería.
Saqué la cartera de piel sintetica,la abrí ,saqué el billete y lo deposite encima de la madera.
Levanté la mano, 
mirando a la derecha y Marrero asíntió dirigiéndose hacia mi.
- cuanto tiempo...como te va?
- mal ,muy mal..aquí vengo a consumir esto, le dije señalando el billete de cincuenta.
- que te pongo entonces para empezar? Me dijo Marrero
- empezamos con una pinta de las baratas ,le dije..
Aún no había empezado Marrero a dispensar la cerveza ,entraron tres hombres muy bien vestidos, con traje y corbata,sentándose a la otra parte de la barra.
Marrero me sirvió la cerveza y presuroso, fue hacia la derecha, donde estaban los tres hombres sentados. 
Una vez servidos, Marrero se acercó donde yo estaba.
- sabes quiénes son? me dijo susurrando,acercándose a mi mentón.
No ,no tengo ni idea,quienes son? le dije..
- son los O'Donell me dijo ..
Vaya,hice una mueca con los labios,mire a Marrero y el asintió con la cabeza repetidamente de norte a sur.
Gire tímidamente mi rostro hacia ellos y uno, enseguida, me devolvió una seca mirada.
Entonces,mi cerebro intentó asimilar todo ese panorama, miré hacia el fondo del local y percibí la incomodidad,la  inquietud de cuatro personajes que jugaban al poker.
Miré a Marrero y vi en su rostro, una mirada compungida.
Pensé en salir lentamente del tuburio, pero mi vejiga estaba ya a punto de estallar y justamente,el baño,estaba al fondo ,a la derecha, a la altura de los jugadores de cartas.
Cuando ya estaba a menos de dos metros de ellos, todos se levantaron al mismo tiempo,frente a mi ,sacándo de manera repentina sus armas de fuego , apuntándome.
Instintivamente,con un escorzo,ñ mi mano derecha fue a la altura de mi glúteo derecho y saque la glock, de manera intuitiva, rápidamente, apreté el gatillo y
les metí un tiro a cada uno.
Me quedé paralizado unos segundos ,hasta que después de ese instante,una mano se puso en mi hombro, gire mi vista hacia atrás,a la derecha,
era uno de los O'Donell.
Me cogió fuerte de la cintura y abrazandome, arrastrandome, me sacó del Rock Sand,me metieron en un coche negro aparcado a diez metros de la entrada.
El automóvil salió disparado saltándose el semáforo en rojo de la Avenida George Washington.
Una vez recorrimos como diez kilometros, entramos en lo que era un garaje,o casi mejor,un amplio almacén.
Quieres trabajar para nosotros?
Me dijo de manera repentina, el  mayor de todos ,desde el lado derecho del conductor,girando su rostro hacia mi.
No me queda de otra , pensé y le dije , balanceando mi rostro de un lado a otro y de norte a sur .







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