RELATO: Hablemos sin rodeos

-Hablemos sin rodeos,me han aconsejado bien,usted es un buen trabajador a sueldo ,muy reputado y como ya le dije la pasada noche,tengo un trabajo para usted.
-le dijeron bien,no tenga duda que no encontrará a nadie como yo.
Imagino que también recordará lo último que le dije,tiene el dinero?
Sacó un sobre del maletín.
-Aqui tiene ,de momento, el cincuenta por ciento, igual como  hice con aquel latino que vino la semana pasada a reformarme la cocina.
Lo ve justo, verdad? dijo Dave "el dublines".
Walter asintió con los ojos, alargó la mano y recogió el paquete.
Apuraron la bebida al unísono ,se levantaron y se fueron ,cada uno por su lado,sin mediar ninguna otra palabra.
La víctima era Horacio Valcarcel,un trabajador de los astilleros. 
El ser humano es un animal de costumbres, es como el conejo de monte , demasiado fácil de apresar a lazo, únicamente es necesario ver las cagadas que deja día tras día por su camino.
Horacio era asiduo de Paddys ,un local muy concurrido a dos manzanas o lo que es lo mismo ,a cinco minutos de la salida del puerto.Era un conejito muy fácil de apresar,un trabajo fácil y sin muchos inconvenientes, pensaba Walter.
Walter se despertó temprano el día que debía de ir a trabajar. Desayunó mientras releía y memorizaba, de que manera,de forma aséptica y segura ,era la más fácil de culminar su mandado. Pasó la tarde durmiendo y
cuando la  oscuridad cubrió aquella ciudad llena de envidia, salió de casa.
Llegó a Paddys ,el aparcamiento estaba alejado de la entrada,sin cámaras, no sería complicado reconocer entre tanto coche la camioneta blanca Volkswagen.
El puerto cerraba a las ocho, no debería de tardar.Walter esperaba paciente fumando, la llegada del automóvil alemán. Muchos autos de manera constante se iban estacionando.Se hicieron las nueve y media de la noche y no lo vio llegar. Era extraño, pues según los informes, en dos meses de seguimiento, Horacio,nunca había fallado en su visita al local.
Walter abrió la guantera, cogió el dosier,lo abrió,rebusco con sus dedos amarillentos los papeles ,sacó la fotografía y la puso en el bolsillo interior de su chaqueta, tenía aquel rostro impreso en la mente, pero quiso tenerla consigo para cerciorarse bien, cuando llegase el momento.
Horacio era una persona  de complexión gruesa, de un metro setenta,algo más bajo que Walter, tez morena y cabello negro casi cortado al cero,un tatuaje en forma de sirena cubría su brazo derecho.
Walter puso de nuevo el resto de los papeles dentro del dossier y volvió a encerrarlos con un golpe seco en la guantera.
Bajó del coche,tanteo su espalda y comprobó que la tenía bien encajada en los vaqueros ,nada visible,debajo de su amplia camisa blanca, cubierta por la chaqueta.
Entró en el Paddys, el local estaba repleto,rebosante,hizo una inspección ocular rápida, la música estaba bastante alta y al instante se dió cuenta de la canción,mal asunto,le recordaba años demasiado agradables. Se acercó a la barra, miró el reloj ,eran ya casi  las diez,el conejo estaría enfermo, pensó.
Walter no bebía cuando trabajaba, pero eran ya más de las diez.
Delante de él  había un gran espejo, repleto de botellas, dos camareras y un camarero que no daban abasto ,servian cerveza fría y otro tipo de bebidas.
Ponme una pinta de esa cerveza ,señaló con la mano a una de las camareras, que cruzó rápidamente delante de él.
Le encantó la cerveza de ese lugar,por eso advirtió  el porqué  casi todo el mundo la pedía.
Mientras daba unos largos sorbos, giro su cabeza y miró de nuevo a su alrededor,no hubo presencia de Horacio y pido una segunda cerveza.
Al fondo jugaban al billar, un grupo de personas,reían y hablaban tan alto que se escuchaban los chismorreos a pesar del alto volumen de la música.
Después de dos canciones más,pidió otra pinta y empezó a pensar en como podía haber llegado a ganarse la vida con lo que hacía, en como había podido llegar a donde había llegado.
Bajó del taburete , ya era bastante por hoy, era ya demasiado tarde y Bobby ya debería estar casi muerto de hambre ,el pobre perro, no tenía culpa de nada. Se dirigió a la salida,para marcharse,abrió la puerta , cuando de repente golpeó el hombro de un brazo tatuado con algo que parecía ser una sirena.
Cruzaron sus miradas.
Walter se quedó parado un instante, y decidió entrar de nuevo , se sentó al lado de la persona del brazo tatuado , pidió otra pinta.
Horacio estaba solo,sin nadie que guardase sus espaldas,igual como indicaba el detallado manual.
Horacio pidió la misma cerveza que Walter,giro la mirada a la derecha y me e dijo, sonriendo,
Esta buena verdad? Es lo único bueno que vas a probar en toda esta mierda de ciudad.
Walter se dio cuenta que tendría que hacer horas extras, pero por culpa de la cerveza sabía que no se encontraba en condiciones.
Mejor dejarlo para el día siguiente ,se dijo.
Al intentar bajar del taburete no dio pie en el suelo y  golpeando la cabeza en la barra de madera,cayó sangrando sin poder moverse.
Horacio se agachó hacia el y
se apresuró a levantarlo,pidió ayuda pero nadie hizo caso ,así era la gente en esa oscura ciudad.
Lo levantó y a duras penas,pudo arrastrarlo hasta su Volkswagen, con la intención de llevar al hospital a esa pobre y desconocida persona.
Al intentar subirlo en el asiento, Horacio puso la mano en la espalda de Walter, y se dió cuenta de todo. Se dio cuenta que las amenazas iban en serio,le sacó el arma del pantalón, tanteó su cuerpo y encontro la foto donde aparecía su rostro.
Una vez estuvieron los dos dentro de la antigua camioneta, Horacio condujo presuroso, pasó de largo el hospital general, dejándolo a mano derecha y se dirigió hacia el viejo bosque  de robles que se encontraba en lo alto de aquella rencorosa ciudad, cogió un desvío de tierra y a los pocos minutos se detuvo.
Walter ya se encontraba consciente .
Horacio bajo,dio la vuelta al auto, abrió la puerta y cogiendolo por el cuello de la americana,lo tiro a tierra.
Horacio sacó la nueve milímetros y disparó a bocajarro .

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