RELATO: Los Molinos

Los molinos eran de diversos tipos, dos tenían la capacidad de llenar quinientos kilos de materia prima,otros dos, dos mil kilos y otros dos más, hasta los seis mil kilos, todos ellos repletos hasta la mitad ,de alúmina, del tamaño de dos bolas de golf juntas. Aquellos molinos giraban de manera rápida y constante,molturando con la ayuda del agua ,dejando cualquier cosa que dentro estuviese, en pura arenilla, un mísero rechazo quedaba de todo.
El viernes a la tarde Ramón San Pedro, como todos los viernes, llegó a las cuatro y media de la tarde ,en vez de a las tres y media que era la hora que nos poníamos a trabajar, pero él era el encargado y llegaba cuando le salía de las pelotas.
Walter ,un colombiano costeño de Cartagena,que a penas llevaba un año trabajando conmigo en la sección de molturación, subió arriba de la plataforma, donde estaban los polipastos con los cuales,poder subir  los big bags de mil kilos para meterlos dentro de los molinos por los embudos. 
Ese día, Walter ,en vez de dejar la cadena arriba la,bajó  hasta tocar el suelo y ahí se quedó.
Ramón,San Pedro, nuestro encargado, era el tipo de persona que no sabía hablar sin gritar,era el tipo que tenía la facilidad de que todos le deseaban  lo peor.
Eran las cuatro y veinte y aún no había llegado,era buena señal, apareceria con una buena cogorza de whisky.
Walter me ofreció un cigarro,
Nos lo fumamos junto al tamiz, mientras tomábamos  café sacado de la máquina.
Mire la cadena del polipasto con los enganches color rojo en el suelo.
-No creo que tarde, le dije
- mejor nos acercamos a la puerta y vemos cuando llega.
Así hicimos, a los cinco minutos,a penas después de tirar el cigarro,
El Opel Astra negro, aparcaba rápido a cuarenta metros de la entrada.
Lo bueno del ser humano, es que es un animal de costumbres, igual que lo es un conejo al que cazas a lazo.
Sanpedro entró en la sección y lo primero que hizo, fue meterse entre el molino tres y cuatro y se puso a mear en el reguero, nos vió ,pero como siempre,no saludó. 
Walter cogió la grifa, se acercó por la espalda y golpeó duro la cabeza de San Pedro que cayó desplomado a cinco metros del polipasto, rápidamente lo acercamos a rastras,mientras se quejaba como un gorrino en la matanza,enganchamos la cadena por el cuello a modo de collar,
Walter subió rápido las escaleras hasta la plataforma y apretó el botón del polipasto para subirlo.
El cuerpo de Ramón se alzó del suelo, los cinco metros hasta la plataforma, seguía quejándose y pronunciando palabras ininteligibles. Cuando Walter ya lo tenía arriba  subí para ayudarlo, lo arrastramos al hueco del molino,hasta dejarlo caer dentro,se escuchaban sus berridos,mientras poníamos la manguera y lo cubrímos con seis mil litros de agua, llegó el momento en que ya no se escuchó nada,cerramos la tapa a presión con la pistola de aire comprimido.
Bajamos de la plataforma, sudados,era julio, un veinte de julio,
Walter me ofreció otro cigarro,
Tenemos que darle unas ochenta mil vueltas,me dijo,
Si, con eso bastará ,
El lunes,  lo descargamos, le dije 
Ya hablamos lo que teníamos que hacer con el puto coche....
Walter lo condujo hasta el bar donde comieron,a unos cincuenta metros,donde siempre lo dejaba y nadie lo veía.
La desaparicion de San Pedro a nadie le importó una mierda pero era lo más investigado.
A las ocho de la mañana del lunes vaciamos el molino, toda la mierda de San Pedro se fue por el sumidero,más tarde le dimos veinte lavados más, de seis mil litros cada uno.

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